Reforma Agraria Guatemala
Aprobada el 27 de julio de 1952,
la ley de Reforma Agraria conocida como Decreto 900, estipulaba que solo las
tierras no utilizadas deberían ser expropiadas, y que tendrían el importe
establecido por el valor declarado por los propietarios en sus declaraciones de
impuesto, con pago previsto por medio de bonos emitidos por el gobierno con
validez de 25 años. Árbenz planeaba quebrar el poder de la UFCO dado que esta
empresa había infravalorado sus tierras, por lo tanto, la Reforma Agraria le
representaba un duro golpe. Con la Reforma, la UFCo perdió 407 000 acres (1
acre = media hectárea más o menos) y exigió la indemnización de U$ 19 355 000.
Sin embargo, basado en las declaraciones de impuestos de la empresa, el
gobierno de Árbenz ofreció nada más U$1 185 000. Aunque no lo pareciera, la ley
de Reforma Agraria era más suave que el modelo de reforma agraria que
propondría, en el futuro, la Alianza para el Progreso.
Con el fin de crear un escenario
regional y favorable a las acciones de desestabilización del gobierno de Árbenz,
Estados Unidos movilizó a su diplomacia para que defendiera, junto con la OEA,
una acción colectiva justificada por los tratados relativos a la seguridad
hemisférica, contra la infiltración comunista en el continente, sin citar
específicamente Guatemala.
La circunstancia apropiada para
este tipo de acción sería la realización de la Décima Conferencia
Interamericana, programada para marzo de 1954. En el caso de que no hubiera
apoyo suficiente entre los países del hemisferio para este tipo de acción, el
gobierno estadounidense estaba dispuesto a actuar por cuenta propia, optando
por una acción clandestina en acuerdo con algunos países de la región del
Caribe, como, por ejemplo, Nicaragua. La conferencia sería una prueba para
evaluar si la retórica interamericana, inspirada en la Doctrina Monroe,
funcionaría en la práctica. El gran reto del gobierno de Eisenhower en Caracas,
sería convencer a los demás países latinoamericanos de la amenaza comunista en
el continente y que ello constituía una agresión externa. Si los demás países
aceptaban el argumento de EEUU, el sistema accionaría los dispositivos de
seguridad colectiva establecidos desde la Conferencia Interamericana para los
Problemas de la Guerra y de la Paz en Chapultepec, en 1945, en México. En esta
Conferencia se intentó proteger el sistema interamericano contra el sistema
totalitario. La innovación que sería propuesta en Caracas establecería el
derecho de intervención de la OEA en los asuntos internos de un país dominado
por el comunismo, además de suprimir de la retórica interamericana cualquier
mención al fortalecimiento de regímenes democráticos en el continente, un
elemento indicativo de que el gobierno estadounidense no creía que el sistema
democrático funcionara en América Latina. Después de todo, Guatemala era una
democracia, ¿cómo podría, entonces, estar dominada por un régimen totalitario?
Para el gobierno de Eisenhower, Guatemala alimentaba la percepción de que el
constante avance del comunismo no sería detenido por las democracias en el
Tercer Mundo. El sistema democrático solo podría funcionar en países donde se
permitiera fuerte control de las ideologías de izquierda por parte del Estado,
como en Brasil y Argentina. El sistema interamericano se había preparado contra
la intervención externa de un régimen “totalitario (comunista o fascista)”. Un
país democrático, infiltrado por el comunismo, no había sido previsto. El
gobierno estadounidense intentaba “corregir” esta falla por medio de la
resolución que se presentaría en Caracas.
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