Palmer, R.; Colton, J. Historia contemporánea . Akal. Madrid 1980 (1)

 

Palmer, R.; Colton, J. Historia contemporánea. Akal. Madrid 1980 (Pág. 639)

La lucha por Europa

“El gran motivo de rivalidad en los primeros años de la postguerra fue Europa. En 1945, Europa, la más importante protagonista de esta larga historia, se hallaba en ruinas. La Segunda Guerra Mundial la dejó en un estado de postración y de desorden peor que la Primera. La destrucción física era incomparablemente mayor. En la Primera Guerra Mundial, la guerra de trincheras había destruido totalmente las regiones fronterizas. En la Segunda, la lucha por tierra había convertido en ruinas a Rusia occidental, y los bombardeos aéreos hablan reducido a montones de escombros ciudades enteras, especialmente en Alemania. Los llamados bombardeos estratégicos de los aliados habían destruido la industria productiva y los medios de transporte del Continente. Los artículos, aun en el caso de que se produjesen, no podían transportarse; millones de refugiados que huían de las ciudades bombardeadas o de regímenes políticos hostiles buscaban desesperadamente un albergue. La guerra había asolado una de las áreas industriales más importantes del mundo y hundido su sistema económico.

En uno o dos años, las devastaciones locales más graves estaban repara- das, pero los problemas de transporte y de intercambio continuaban. La Europa industrial no podía comerciar con la Europa oriental agrícola, ni con el mundo. El Continente estaba en la misma situación en que la Primera Guerra Mundial había dejado a Viena. Europa era una metrópoli mundial, una especie de gigantesca ciudad continental, separada de las áreas con las que había mantenido su comercio. Había vivido, durante mucho tiempo, de importaciones que ya no podía pagar. Y no podía pagar, porque, en la Segunda Guerra Mundial, como en la Primera, los europeos habían perdido sus inversiones en ultramar, y los países ultramarinos habían levantado sus propias industrias y necesitaban menos de las de Europa. Al propio tiempo, Europa tenía una población políticamente despierta que no aceptaría la miseria ni la sufriría con callada resignación.

No se podía ignorar a Europa; su población conjunta superaba la de ambas superpotencias, y, aun en ruinas, poseía una de las instalaciones industriales más importantes del mundo. Una de las principales cuestiones de la postguerra, por lo tanto, era la de salvar a Europa, o, en política práctica, quién sería el salvador» de Europa. Sólo había dos candidatos: la U.R.S.S. y los Estados Unidos. A los europeos no les seducía la perspectiva de que los salvaran los unos ni los otros”.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Reforma Agraria Guatemala

Guatemala 1944-1954

Latifundio 1