ARGELIA: La opinión pública francesa y la oposición a la guerra

 No solo en el terreno de la diplomacia internacional fue acertada la actividad del FLN. De igual modo acertó al utilizar de forma eficaz las herramientas que brindó la modernidad. La radio, el cine, y los medios de comunicación contribuyeron así de forma notable a la difusión del nacionalismo entre la población argelina, pero también a que el FLN se ganase las simpatías de la opinión pública internacional. En tal sentido, la guerra argelina fue un conflicto en el que la propaganda desempeñó un papel muy importante en ambos bandos y en el que la opinión pública fue un factor determinante en su desarrollo y conclusión. La opinión pública francesa durante el conflicto se reveló así favorable a la paz, aún a costa de claudicar ante las exigencias de los independentistas. Finalizada la Segunda Guerra Mundial, el apego sentimental de los franceses a la idea imperial seguía siendo mayoritario. En 1949, una encuesta reflejaba que el 81% de los interrogados pensaban que la posesión de colonias era conveniente para Francia, y solo el 3% se declaraba firmemente anticolonialista. Aunque por otro lado existía una cierta indiferencia en la opinión pública acerca de lo que sucedía en los territorios de ultramar. En 1954, aunque los sentimientos eran similares, el desastre de Indochina había sumido a la población en un pesimismo acerca de la viabilidad futura de la Unión Francesa y el 35% de los encuestados señalaba que “todos los pueblos de la Unión Francesa acabarán por romper los vínculos que les unen a Francia”. Inicialmente, la misma indiferencia transmitieron los metropolitanos con respecto a los acontecimientos argelinos de 1954-1955. Alentados por una prensa que se esforzaba en minimizar la rebelión del FLN, apenas un cuarto de los encuestados en diciembre de 1955 opinaba que los asuntos del norte de África debían constituir una prioridad gubernamental; y otra encuesta de ese mismo año mostraba que la mitad de los encuestados eran favorables al mantenimiento del status quo con respecto a los departamentos franceses, frente un 25% que consideraba mejor definir unos vínculos “menos estrechos”. Sin embargo, a medida que fue avanzando el conflicto, también varió la opinión pública, y a partir de 1956 los franceses empezaron a tomar conciencia de la gravedad del asunto argelino. Ahora bien, dicha concienciación se tradujo en un pesimismo acerca de la política de mano dura emprendida por los sucesivos gobiernos franceses. Una encuesta de julio de 1956 revelaba que el 45% de los interrogados opinaba que se debía negociar la independencia de Argelia. Un estado de ánimo que no era el reflejo de las simpatías hacia el FLN sino que más bien respondió a la negativa de los franceses a pagar más impuestos para sufragar una guerra ruinosa y a tolerar el envío de más soldados. Precisamente los propios soldados empezaron a mostrarse disconformes con la escalada militar argelina cuyas implicaciones eran el envío constante de reservistas y el prolongamiento del servicio militar. A finales de 1955 y en 1956 se sucedieron varias manifestaciones de carácter espontáneo y protagonizadas por militares para protestar contra tales cuestiones. El fracaso de éstas sumió, sin embargo, a los soldados en la resignación, que a partir de entonces marcharon a la guerra sin protestar. Las deserciones fueron también mínimas (4000 se contabilizaron hasta el año 1960, frente a los 400.000 estadounidenses en la guerra de Vietnam), lo cual no quita que la guerra fuera tremendamente impopular para la mayoría del ejército. A pesar de la creciente oposición a la guerra, cabe decir que el anticolonialismo era una postura marginal en la sociedad francesa. Lo cual no sorprende cuando incluso los partidos de izquierda llevaron una política muy ambigua con respecto a la guerra argelina. El Partido Socialista (SFIO), por su participación en sucesivos gobiernos tanto en Argelia como en la metrópoli, no fue precisamente un ejemplo de oposición al colonialismo sino más bien una fuerza que favoreció la guerra colonial y la represión del pueblo argelino. El Partido Comunista, por su parte, hasta bien tarde no llegó a pronunciarse firmemente a favor de la independencia de Argelia. En esta postura influyeron diversos factores. En primer lugar, porque, por su ideología los comunistas desconfiaron en el nacionalismo argelino que a sus ojos era burgués, religioso y reaccionario. En segundo lugar, porque el PCF escapó difícilmente del imaginario nacional francés según el cual Argelia era parte integrante de Francia y por ende siempre expresó que la lucha de la clase obrera argelina y metropolitana debía ir de la mano. Y, en tercer lugar, porque los comunistas franceses, en su política internacional priorizaron otras cuestiones como la lucha contra el rearme de Alemania, antes que la guerra de Argelia, lo que les llevó incluso a apoyar al gobierno de Guy Mollet en 1957 y a traicionar sus principios anticolonialistas175. La oposición más decisiva a la guerra fue protagonizada por sectores trotskistas y anarquistas, cuya influencia en la sociedad francesa era mínima, lo que les llevó a desplegar su acción en el terreno de la propaganda y de la clandestinidad176. A partir de 1959 se formaron en Francia redes de apoyo al FLN que agrupaban a cristianos militantes, sindicalistas, y anticolonialistas de izquierdas… De igual modo tuvo un gran impacto la Federación de Francia del FLN, que agrupó a los numerosos argelinos que habían ido emigrando a Francia a lo largo del siglo XX. La denominada “wilaya 7” se dedicó a la tarea de abrir un “segundo frente” en la metrópoli, lo que le llevó a desplegar una importante actividad política y a movilizar a los argelinos inmigrantes, e incluso a cometer acciones terroristas. Se reveló además como pieza clave del FLN en la medida que de ella provinieron la mayoría de los fondos destinados a financiar la revolución y porque contribuyó notablemente a la internacionalización del conflicto. A partir de 1958, la opinión pública francesa experimentó un giro cada vez más pronunciado en contra de la guerra. Incluso tras la demostración de fuerza del ejército francés en la Batalla de Argel la mayoría de los franceses permanecieron escépticos ante la permanencia de la Argelia francesa. De Gaulle llegó al poder asumiendo que una buena parte de los franceses deseaba el cese de las hostilidades. Lo cierto es que las sucesivas independencias de Indochina, Marruecos y Túnez, vinieron a demostrar que para finales de la década de 1950 los franceses ya no sentían tanto apego por sus colonias y que veían natural la idea de una Argelia autónoma. En ese sentido, y tal como explica Charles-Robert Ageron, no fue la opinión pública francesa lo que impidió una resolución más temprana del conflicto, sino la presión del ejército y de los europeos de Argelia. El acierto político de De Gaulle estuvo en que supo atender a los deseos mayoritarios del pueblo francés y a la vez neutralizar la oposición de militares y colonialistas. Precisamente, las relaciones entre los franceses de ambos lados del Mediterráneo fueron cada vez más tensas. En una encuesta realizada en septiembre de 1959 en París, 29% de los participantes estimaron que había que romper la resistencia de los pieds-noirs, incluso por medio de la violencia. Y es que los metropolitanos vieron que los franceses de Argelia eran un obstáculo para la tan deseada paz. El referéndum del 8 de enero de 1961 confirmó de hecho que los apoyos a De Gaulle eran firmes en la metrópoli y minoritarios en Argelia. Una encuesta de abril de 1961 mostró que el 78% de los interrogados estaba a favor de la apertura de las negociaciones con el FLN y que el 57% estaba convencido que éstas concluirían con la independencia. La violencia indiscriminada de la OAS y su traslado a Francia llevó a que la opinión pública se mostrase francamente hostil a los pieds-noirs y su organización “fascista”. En 1962 el 53% de los encuestados afirmó que ya no sentía solidaridad con los franceses de Argelia frente a un 29% que se sentía un poco o bastante solidario. El fin de la guerra fue acogido con alivio por los franceses. El 20 de marzo de 1962 el 82% de los interrogados se declaró satisfecho con la paz, y esto a pesar de ser consciente de que los acuerdos de Evian eran desventajosos para los franceses de Argelia y también para Francia182. Sin embargo, a esas alturas a pocos franceses les importó que el prestigio de Francia hubiese disminuido en el mundo, y, por el contrario, se mostraron contentos de poner fin a una guerra cuyo coste en vidas humanas y recursos económicos había sido tan elevado.

VOINOT; Pablo. La descolonización de Argelia. España, Universidad de Cantabria, 2014

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